Por Ting Zhang, Zhenyu Lv y Song Gao
Introducción
La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad degenerativa común del sistema nervioso central. Clínicamente, su incidencia ocupa el segundo lugar después de la enfermedad de Alzheimer, que daña gravemente la salud de las personas de mediana edad y de edad avanzada.
Las principales manifestaciones clínicas de esta enfermedad incluyen trastorno del equilibrio, temblor en reposo, bradicinesia y rigidez muscular, y esta enfermedad tiene una alta incidencia y tasa de discapacidad. Sin embargo, los síntomas iniciales de la EP son diferentes y las personas a menudo ignoran los primeros síntomas, lo que retrasa el momento óptimo para controlar la enfermedad.
La EP está estrechamente relacionada con la edad. Las encuestas epidemiológicas mostraron que la prevalencia mundial de la EP es del 0,3%, entre la cual la población mayor de 65 años representa del 1% al 2%, y la tasa de prevalencia de mayores de 85 años aumenta al 3% al 5%.
Un metanálisis de personas de ambos sexos con EP mostró que los hombres tienen mayor riesgo de padecer EP que las mujeres. La progresión de la EP es impredecible y puede empeorar repentinamente. Las personas con EP a menudo se quejan de que sus síntomas claramente empeoran al cabo de un año.
La caída es un trastorno del equilibrio que a menudo ocurre en la última etapa de la EP. Sin embargo, algunos estudios han encontrado que en las primeras etapas de la EP se producen cambios corporales anormales, es decir, una disfunción leve del equilibrio, que empeora gradualmente a medida que avanza el curso de la enfermedad.
Algunos investigadores han descubierto que las personas con EP en etapa II de Hoehn-Yahr tienen trastornos de ajuste del equilibrio cuando se dan la vuelta.
Las personas recién diagnosticadas con EP no medicadas tienen un equilibrio anormal. La ecografía de la sustancia negra cerebral anormal muestra una leve oscilación del equilibrio en personas con EP de alto riesgo.
Por lo tanto, las personas con EP pueden tener una disfunción leve del equilibrio en una etapa temprana. A medida que avanza el curso de la enfermedad, las personas con EP inevitablemente mostrarán signos de equilibrio dinámico anormal e incluso caerán, lo que provocará fracturas y discapacidad.
Conclusiones
Los autores de este artículo señalan que el tai chi puede mejorar la capacidad de equilibrio y reducir el riesgo de caídas en personas con EP de leve a moderada.
Es una intervención no farmacológica eficaz. Además, en vista de las diferencias en los resultados de las investigaciones, se deben analizar en profundidad los problemas existentes de la intervención del Tai Chi en la EP. Este es también un tema clave que necesita atención y consideración en futuras investigaciones.
Sin embargo, se necesita más investigación basada en evidencia para demostrar la eficacia del tai chi para mejorar la capacidad de equilibrio y prevenir caídas en personas con EP.
Los investigadores que diseñan movimientos de tai chi deben tener plenamente en cuenta las condiciones físicas especiales de las personas con EP, movimientos que son simples y fáciles de aprender y que al mismo tiempo tienen buenos efectos para mejorar la capacidad de equilibrio.
Sobre la base de una buena base de masas, el movimiento del tai chi se utilizará y promoverá más ampliamente como un plan de atención diaria para las personas con EP.
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Fuente: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8739955/
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